Hacer acrobacias en una pestaña puede parecer más complicado de lo que es, pero a fin de cuentas se la puede remar. Para desmitificar el mundo, este blog-cajón de sastre con las crónicas de un acróbata mal pago.

domingo, 28 de agosto de 2016

Y después


Instrucciones para comer helado dentro de un ascensor

Tanto el sentido común como las normas sanitarias y los arquitectos no recomiendan la ingesta de ningún tipo de alimento dentro del ascensor. No obstante, cualquier persona puede encontrarse en el apremio o la urgente necesidad de comer en cualquier lugar y momento. Por lo tanto, brindaremos algunas recomendaciones para llevar a cabo esta práctica. Se recomienda seguir los pasos en el orden establecido:
1. Elija un amigo con un edificio dividido en al menos dos bloques. Esto es crucial para propiciar una de las condiciones básicas que es el aislamiento y la falta de comunicación dentro del espacio disponible.
2. Se recomienda que el ascensor tenga espacio para un máximo de dos personas. En caso de ser posible, seleccione un ascensor de modelo antiguo, uno de aquellos que cuentan con una puerta de rejas que, al extenderse para convertirse en puerta, forma rombos elegantes. El objetivo es evocar el recuerdo de aquellas rejas protectoras que nuestros padres utilizaron en nuestra infancia para limitar áreas de juego y primeros pasos. La nostalgia nunca está lo suficientemente bien valorada; por lo tanto, aquí puede ejercerla. Los detallistas intentarán recorrer casas de antigüedades o herrerías para buscar este tipo de puertas y colocarlas en el ascensor.
3. Con el amigo o amiga seleccionado, reúna un grupo de personas que acuda al departamento con alguna buena excusa. Puede ser un partido de fútbol, un cumpleaños o el estreno de un nuevo sillón. Deberá ser un sábado a la noche para propiciar mejores condiciones.
4. Ofrézcase a ir a comprar helado pasadas las once de la noche. Consiga compañía para dicha empresa. Si la compañía es femenina, mejor. 
5. Es importante seleccionar una buena heladería, una que mantenga un interesante equilibrio entre el precio del producto y su sabor. Si ud. es de esas personas que gustan del dramatismo, compre no uno sino dos kilos de helado.
6. Regrese al edificio, ingrese al ascensor y pulse el botón para ir al piso cinco. Espere a que el mismo se trabe entre el tercer y el cuarto piso. En caso de que no ocurra, repita la operación una y otra vez. Si es necesario, haga que el elevador se atore por medio de la manipulación de la puerta de rejas o de los botones presionados todos al mismo tiempo en un rapto de locura.
7. Pulse repetida e inútilmente el botón de alarma. Su compañera le hará notar la cantidad de ruido de música proveniente de los diferentes departamentos del bloque. Esto indicará que todo el mundo se encuentra, digamos, «de joda» o «echando una cana al aire», como dicen los abuelos.
8. Vuelva a pulsar el botón. Vea como su compañera se hiperventila. Hiperventílese usted también para no desentonar.
9. Su compañera tendrá la sensata idea de llamar por teléfono a los amigos que se encuentran en el quinto piso esperando el helado (y a uds., en su defecto). Se dará cuenta de que en el elevador no tiene señal, por lo cual la puerta de rejas se volverá clave. En un intento que desafía la gravedad, leyes de la física y geometría, ud. y su compañera intentarán capturar la elusiva señal deslizando su teléfono por entre los rombos de las rejas con el deseo de que las compañías de teléfono de ambos logren tener mínima cobertura en ese sitio tan a trasmano.
10. Logre hacer una llamada, pero que nadie los atienda dentro del departamento porque probablemente se encuentren ocupados o entretenidos.
11. Recurra a métodos clásicos: pida ayuda por medio de la cavidad bocal emitiendo gritos para que los vecinos del tercero o cuarto piso lo escuchen. Fracase. Solo así su corazón se resignará por unos 15 minutos más.
12. Acumulados 15 minutos de resignación mas unos 10 desde el intento original de de subir al quinto piso, percátese del estado de semi-liquidez del helado. Con su compañera se sentará en el suelo ascensor con resignación, tanto por su situación como por la del alimento. Decídase a comerlo antes de que se eche a perder. No habiendo pedido cucharas en la heladería dado que cuenta con un departamento debidamente equipado, diseñe adminículos simil-cucharas con el telgopor del envase para «cucharear» el helado. En caso de que esto sea inviable por su inhabilidad para las manualidades con materiales sintéticos, solicite a su amiga que hurgue en su cartera recurriendo al típico mito machista de la cartera femenina como caja de Pandora que contiene lo que sea. Si ella posee alguna cuchara descartable, ud. estará en la gloria. En caso de no poseerla, recuerde que sus ancestros en la especie no siempre poseyeron cubiertos. Disponga de su dedo a modo de garfio para comer el helado. Puede esperar también a que se derrita un poco más y beberlo inclinando el recipiente dramáticamente a más altura que su cabeza y verterlo cual cascada de diferentes sabores.
13. Sea encontrado en medio de tal escena (a posteriori calificada de «enchastre»); deberá hacerlo uno de sus amigos que ha bajado para ver si les había ocurrido algo. Rece a todas las religiones porque ese amigo no haya traído un teléfono celular con cámara y rápida conexión a redes sociales. Olvídese de su dignidad por algunas semanas.
".