Esa boca sigue encendida,
como un motor que alguien olvidó apagar. Bla,
ble, bli, blo y, cuando pienso que llega al blu, sigue.
Faltan 15.
La boca sigue en
marcha, hablando sobre lugares que no conozco. Mescla Estambul con chasquidos
de saliva. Bla, ble, capital, bioma, bli, que consigamos el mapa
físico-político.
Faltan 10.
Ble, bli, que el martes que viene es el
día D y que mejor estemos preparados. Puta madre, otra amenaza. Ya es la quinta
en el día. La primera fue cuando me sonó el aviso de que me habían retwitteado
y la boca se cabreó.
Ya faltan 5.
La boca sigue.
¿Cómo hace? El cuerpo al que está pegada ya está al borde de la jubilación, se
le termina la nafta. ¿O esa boca será gasolera?
Ble, bli, blo y no llega al blu. Esa boca se salteó las clases sobre
el alfabeto o es una sádica. Pero no de las que son sádicas porque chusmean
sino de las que te retienen enredándote en su chamuyo.
Falta 1.
¿Cuánto le queda en
el tanque? Si esa boca fuera un auto, le pincho las gomas para que no vuelva a
andar por un rato. Aunque lo único punzante que tengo a mano es la Bic trazo
fino. ¿Le quedará bien como piercing
si se la clavo? La verdad que la Bic duele: dolió cuando Juan Cruz me la encajó
en el hombro al pelotudear en una clase anterior con la boca.
No puedo dejar de
mirarla. Creo que esa boca se da cuenta de que le tengo bronca y aprendió
hipnotismo solo para hacérmela más difícil.
¡Ring!.
Puta madre. Ahora vuelvo
a recordar que esa boca no sabe de timbres o relojes. Con lo grande que es,
bien podrían ponerle un parquímetro y controlar que no se pase del tiempo. Así conseguirían
que no siga hablando de las actividades económicas en Oriente Medio.
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